¿ES UNA “NORMALIDAD” TENER DUDAS SOBRE LA VACUNACIÓN CONTRA LA COVID-19?
Es lógico y comprensible dudar sobre todo lo relacionado con una enfermedad que hasta hace un año ni siquiera existía. Desde entonces, el comportamiento de la población sobre las recomendaciones ha sido, por lo general, ejemplar. Estas recomendaciones han sido muy cambiantes a lo largo del tiempo, pero hay que tener en cuenta que era una enfermedad nueva para la ciencia y para los servicios de salud pública.
En el caso de las vacunas contra la COVID-19, la población ha asistido casi a diario a los progresos realizados, con titulares a menudo, que han contribuido a crear un clima de confusión, duda y desconfianza ante las mismas.
Hay que destacar que todas las vacunas de nuestro calendario vacunal, desde las más antiguas hasta las más recientes, han seguido los mismos pasos que las vacunas frente a la COVID-19. En todos los casos se han documentado y estudiado los casos adversos y se ha garantizado su elevada seguridad y eficacia. Las agencias reguladoras, son las encargadas de velar porque las vacunas cumplan los estándares habituales de calidad, seguridad y eficacia, ya que, por lo general, las vacunas son fármacos que se administran a personas sanas.
Una de las preguntas frecuentes que nos hacemos, es si la vacuna previene de la infección o de la enfermedad. Una persona vacunada puede ser portadora sintomática o asintomática del virus, por tanto, de momento, la vacuna no evitaría la transmisión del virus, pero la respuesta inmunológica que se consigue con la vacunación, neutraliza la capacidad del virus a causar la enfermedad.
Las dos vacunas aprobadas hasta ahora, están basadas en la inmunización contra la proteína S del virus, una proteína relativamente grande y abundante en la superficie del virus, y que es considerada la llave de entrada a las células humanas, siendo de esperar que el bloqueo de dicha proteína mediante anticuerpos neutralizantes resulte en una respuesta inmunológica efectiva. Hay que tener presente que los virus mutan, ya que es su mecanismo natural de evolucionar. Aunque la proteína S parece no presentar una tasa de mutación alta, no es posible prever cómo va a evolucionar el virus una vez iniciada la vacunación masiva. En el caso de producirse varias mutaciones, existe la posibilidad de reformular los preparados vacunales con la información correspondiente al nuevo virus, del mismo modo que se realiza por ejemplo para la vacuna de la gripe estacional.
El porcentaje de la población necesario para lograr una inmunidad colectiva depende del tipo de enfermedad y de la eficacia de las vacunas. La COVID-19, aunque es una enfermedad que se transmite con facilidad, no llega a alcanzar la contagiosidad de otras enfermedades como por ejemplo el sarampión. La cobertura de vacunación necesaria para lograr la inmunidad colectiva se estima en aproximadamente un 60%.
“LA CIENCIA NOS HA DADO LAS VACUNAS, ENTRE TODOS HAREMOS QUE SEAN EFICACES”. No debemos considerarnos inmunes frente al virus antes de tiempo, ya que se necesita un tiempo para llegar a una inmunización completa. La producción de anticuerpos y la respuesta celular tarda un tiempo en darse, mientras tanto hay que seguir manteniendo todas las medidas higiénicas.
Mientras se vacuna la totalidad de la población, CONSULTORA DE HIGIENE, sigue ofreciendo sus servicios, trabajando en la elaboración de protocolos de higiene preventivos y correctivos para todos los sectores, con todas las medidas higiénicas necesarias a cumplir, para no exponernos al virus ni exponer a otras personas.
ANA FRANGANILLO DÍAZ
LICENCIADA EN BIOLOGÍA
CONSULTORA DE HIGIENE - GRUPO DIHEX